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7 datos que no conocías sobre Santa Ana y San Joaquín, los abuelos de Jesús

1. Los nombres de Santa Ana y San Joaquín aparecen en evangelios apócrifos

De acuerdo con la Enciclopedia Católica, San Joaquín y Santa Ana aparecen nombrados como los padres de la Virgen María en los evangelios apócrifos.

Dichos evangelios son el “evangelio de Santiago”, el “evangelio de la Natividad de la Santísima Virgen” y el “Libro de la natividad de la Santa Virgen María y la infancia del Salvador”.

2. San Joaquín vivió en el desierto 40 días

De acuerdo con el evangelio apócrifo de Santiago, un día, el sumo sacerdote del Templo de Jerusalén no quiso aceptar la ofrenda de Joaquín. Esto, debido a que el padre de María ya era de edad avanzada. Además, en ese entonces no tenía hijos.

Con gran dolor en su corazón, el santo decidió retirarse al desierto. Ahí permaneció 40 días orando y ayunando a Dios como penitencia por sus pecados. También le rogó que le concediera la bendición de poder tener hijos.

3. Un ángel le anunció a la madre de María que quedaría embarazada

Después de que su esposo se fuera al desierto, Santa Ana se entristeció y rezaba y ayunaba por él. También pedía a Dios la gracia de tener un hijo, ya que recibía burlas a causa de su esterilidad.

Como respuesta a sus plegarias, un ángel se le apareció y le dijo:

San Joaquín también recibió la visita del ángel en el desierto y por fin regresó a casa.

4. Estos padres consagraron su única hija a Dios

Tres años después del nacimiento de la Virgen María, y pasado el tiempo de lactancia, San Joaquín y Santa Ana llevaron a su hija al templo para consagrarla a Dios.

5. Le enseñaron a María a escuchar a Dios y hacer Su voluntad

El Papa Francisco ha afirmado que, en su casa, la Virgen María creció con amor y fe. Además, sus padres le enseñaron a escuchar a Dios y a seguir su voluntad.

“Los santos Joaquín y Ana forman parte de esa larga cadena que ha transmitido el amor de Dios en el calor de la familia, hasta María que acogió en su seno al Hijo de Dios y lo dio al mundo. Nos los ha dado a nosotros. ¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”, declara el Papa.

6. Iban a pasear con su nieto Jesús al Monte Carmelo

De acuerdo con una antigua tradición de la Iglesia Católica, el Niño Jesús iba a rezar y a pasear al Monte Carmelo junto con sus padres, San José y la Virgen María. A estos paseos también se unían sus abuelos San Joaquín y Santa Ana.

Con el tiempo, los habitantes de la zona le tomaron cariño a Jesús. De hecho, siglos más tarde, la orden de los carmelitas extendió la devoción al Divino Niño por el mundo.

7. Puedes rezarle a Santa Ana si quieres casarte

La mística española María de Jesús de Ágreda tuvo una visión de la Virgen María. En esta visión, la Virgen le reveló la oración que rezaba Santa Ana para pedir un buen esposo:

Altísimo Dios eterno, de quien depende todo el ser y el reparo del linaje humano: postrada en tu real presencia suplico se digne tu Infinita Bondad de mirar las ansias de mi alma y oír mis peticiones.

Ante tus ojos son manifiestos mis deseos de que, en el estado de matrimonio, me des la compañía de un esposo que me ayude a guardar la divina ley y testamento santo, para crecer ambos en perfección y en la observancia de tus preceptos. Santo Dios, Padre Infinitamente Providente, no escondas tu piedad de mí, ni permitas, pues eres Padre, que mi súplica sea desechada.

Y pues me mandas, Señor mío, que con confianza te pida como a poderoso y rico en misericordia, concédeme lo que por ti deseo y pido, pues en pedirte hago tu Santa Voluntad y obediencia. Y si mis culpas detienen tus misericordias, aparta de mí lo que te desagrada e impide.

Poderoso eres, Señor, Dios de Israel, y todo lo que fuere tu Voluntad puedes obrar sin resistencia. Lleguen a tus oídos mis peticiones; que soy pobre y pequeña, tú eres Infinito e inclinado a usar la misericordia con los abatidos. ¿A dónde iré fuera de ti, que eres Señor de los señores y Todopoderoso?

Tú me enseñaste a desear y a esperar de tu liberalidad. Entregado tengo mi corazón y mente a tu Voluntad. Aparta mis ojos de la vanidad.

Si fuera tu beneplácito conceder mi petición, todo lo pondré a tu entero servicio, Padre mío, para ayudar a propagar el Reino de Dios en la tierra. Haz de mí lo que sea de tu agrado y alegra, Señor, mi espíritu con el cumplimiento de esta esperanza. Mira desde tu solio al humilde polvo y levántalo, para que te magnifique y adore y en todo se cumpla tu Voluntad y no la mía. Amén.

Esta oración fue escrita en el siglo XVII por la mística española venerable María de Jesús de Ágreda luego de una visión de la Virgen María, quien le habría dicho que así rezaba su madre Santa Ana a Dios pidiendo un buen esposo.

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